Barranc de l'Infern (R8, L20)
<<Un espectacular hundimiento caracteriza este descenso; en su interior, el susurro del agua parece que nos cuente la historia del barranco, y si conseguimos entrar a la hora adecuada, el juego de luces produce un ambiente inigualable. A la salida de los oscuros no desaparece el interés del descenso, una larga galería con cinco escalones rapelables nos va acercando a la desembocadura, al Noguera Pallaresa, la Roca del Diable, unas magníficas formaciones de toba>>
-50 Barrancos del Pirineo, ed. Desnivel 2012, José A.
A la salida del Barranc de l'Infern tienes tres posibilidades; cruzar el río a nado, dejarte arrastrar por sus rápidos y flotar durante 300 metros hasta el inicio de la aproximación a pie del barranco, o usar una de las dos tirolinas allí instaladas. Ojo porque para las tirolinas, según expertos del lugar, es necesario tener un sistema de frenado, por mucho que el cable de la derecha parezca tener más comba y parecer ser más seguro. ¿Eh, Lur? Total que me tiro el primero, atravieso contento las aguas del Noguera, floto creyéndome protegido y capturado en las entrañas de mi amado Pirineo, y en cuanto me doy cuenta veo aproximarse la otra orilla y al gran árbol de recepción a una velocidad inusitada, "frenaaaaa" grito a Lur, y con cuidado de no quemarme la mano, en un gesto desesperado, le meto un viaje al cable para ver si me frena algo.
Por mi mente, previendo un buen impacto, pasan momentos de mi vida como si fuera a matarme, de adelante para atrás; el tonteo gamberro con un chico guapo en el pasillo final del Infern, a veces soy bi y qué, los Oscuros, las chorradas de Xorgi, la conversación divertida del inicio del barranco con una cacatúa, la norte del Pedraforca, las cosas de la Terete, Cantabria y Slack, Mallorca, los rincones apartados de la Sakana, el bar Nebula y tod@s sus amig@s, el pasillo largo continuación de la Estafeta que me llevaba a aquel sanatorio del amor, la muerte de mi amona, mis 140 tresmiles pirenaicos, Ecuador, Cuba, Patagonia, el Atlas, los Andes argentinos, y el Sahara, curarme de una enfermedad seria heredada, los viajes en bici de alforjas, los 7 países alpinos con ella, las fotos en blanco y negro de mi padre y de mi yayo por el monte cuando vivían en Pobla de Segur, mi operación de frenillo y la infección posterior por no guardar reposo y salir de farra hasta romper dos puntos de sutura, no dolía pero perdía el conocimiento, mi coqueteo con algunas drogas, por probar, solo me enganché a la montaña, la música underground de los 90 y 2000, los años felices en Aezkoa, los primeros amores gipuzkoanos y la primera relación sexual con una jugadora de voleibol, la caída a los infiernos, la muerte de ti y de mi, la inocencia de un niño que descubría el Pirineo, vivir en Palencia, Valencia, Catalunya, Errenteria, Francia y Bélgica, llevar parche en un ojo, el primer recuerdo de mi vida cuando gateando derramé el cubo de la fregona, y así hasta nacer de mi madre, entrando en su útero como quien trepa en las increíbles y mágicas piedras fecundantes de la Hoya de Huesca y que reproducen gigantescos sexos femeninos... Y PUM!!!! Ni un puto rasguño.
Un metro antes del enorme árbol, la sirga que lo rodea forma un freno donde la persona impacta balanceándose hacia adelante, pero en mi balanceo ni toco el árbol. No es así con Xorgi que lo golpea con el codo y se hace pupu. Para Lur, que además porta el peso de la cuerda, le preparo un parapeto en el árbol con nuestras mochilas, parapeto que sacudirá con bastante violencia pero sin nigún rasguño importante.
Cuenta la guía "50 Barrancos del Pirineo" que el susurro del agua parece que nos cuente la historia del barranco, pues bien, su tirolina final me contará mi historia, historia que no quiero que acabe nunca. Qué bueno es vivir. Enfúndalo alto.
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