KV Fuente Dé
Me gustan los datos.
Está de moda hacer crónicas sobre carreras de montaña rollo muy profesional. Que si objetivos del año; que si preparación; que si gracias a esponsors, organizadores de carreras, voluntarios y demás; que si alegría y felicidad y compromiso de regresar; que si esfuerzo y dedicación; que si gracias a los animadores; que si estrategias de carrera... es como si hubiera plantillas para usar en Google al estilo curriculum vitae o carta de presentación. En mi caso contaré el KV de Fuente Dé a mi estilo, como si se lo contara a un colega después de ver una peli indie acabando una cerveza.... y eso que hacía casi tres años que no me ponía un dorsal...
Fuente Dé es un bonito paredón que acongoja si sabes que vas a echar las tripas camino de su cima. Los casi 1000 metros de desnivel de la prueba, acabando por encima de la estación del telecabina, se ven muy empinados desde la base. Para hacernos a la idea, las chicas que saldrán media hora antes, ascenderán a la derecha del circo por pendientes muy bestias mientras las miramos, remontando algún que otro tubo de hierba entre cortados, enseñando qué nos espera mientras Oihana Kortazar se pira para adelante del gran pelotón de jabatas. Mientras caliento, veo músculos, muchos músculos, poca grasa, pieles bronceadas, mucha depilación (una pierna mía tiene más pelo que diez atletas juntos), gorraplanismo, tupés y moños estilo kiki, y mucho colorido en calcetines. Y de fondo, el conocido Depa no deja de gritar con micrófono en mano. Cuando ya estamos en la linea de salida, el animador oficial del trail español nos anunciará la presencia de Manuel Merillas entre gritos, y que entrará desde adelante en la jaula de los corredores, homenajeado por su reciente y espectacular Zegama-Aizkorri.
Y de la salida en manada poco que decir. Es como la cuesta del queso esa, el festival del queso rodante en Inglaterra, pero para arriba. Hay jadeos, pisotones, toques rollo F1 (rueda con rueda) y muchos bastones, hasta que uno toma posición. Son diez minutos agónicos, con el corazón a mil y brazos pesados. Por un lado, cual corziko, adelanta a corredores el propio Depa que marcará un tiempazo en la línea de meta. Y yo a lo mío. La verdad es que los kilómetros verticales son agonizantes y adrenalíticos y el tiempo se pasa volando, además de que se mira mucho el suelo y uno puede llegar a sorprenderse de qué rápido se llega a lugares que unos vistazos antes te parecían muy altos. Rampa, hombro, cuello, otra rampa, suelo irregular, hombro, respiración.... y así hasta el inicio de las travesías horizontales (con alguna bajada) de arriba, donde uno se echa a correr torpe perdido por la hipoxia y adelantando a las primeras chicas rezagadas. Me encantará una trepada equipada con cuerda fija y los ánimos de un fotógrafo que les dirá a un grupo de corredores que "no hace milagros". Picos son Picos y el paisaje se intuye amplio y alucinante a media tarde, antes de llegar a la estación del telecabina y afrontar la última aldapa con bastante público y donde ya voy justo. Quizá lo mejor de los KVs es llegar a meta y dejar de sufrir, como si uno al sentarse en el suelo a descansar y coger aire se hubiera metido un chute de caballo... madre mía qué disfrute (!!!), casi como tener un orgasmo. Aunque teniendo al lado la visión del Espolón de los Franceses a Peña Vieja es más fácil todavía tenerlo.
Tenía de referencia mis tiempos de antaño en Txindoki (49'), Berian (52'), o Canfranc (1150m+ en 58'), y calculaba unos 50 minutillos para Fuente Dé, y no me alejaré mucho (51:24, puesto 109 de 350). Suficiente. Menos mal que he entrenado algo desde febrero, sino te adelanta hasta el apuntador. Próximo objetivo Ardibidepikua Bertikala...
Posar o no posar, he ahí la cuestión.
Recorrido agreste.
Traves en llano que no me molarán mucho pero que dan imágenes espectaculares.
Merillas y tal.
Espectacular Kortazar.
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