Santa Linya; Ferrata Cingles de la Morrera PD/K2

La quietud y magia de Santa Linya.

Croquis.


¿Una ferrata olvidada construida hace 30 años para acceder al mundo jurásico de Santa Linya? ¿Una vía de cable y hierro arbustiva, con un techo, grapas viejas y un cable de vida fino como un cordón de zapatilla? ¿Una actividad sin ver un alma una tarde de domingo de verano? Estar al otro lado de las cosas a muchos nos da la vida.

La Ferrata Cingles de la Morrera PD/K2, equipada en años 90 por Ramon Pach, Pep Godoy y Guillem Ullastre como camino de acceso y de regreso a la Aguja del Bisbe (vía normal; 45m, 6a+/A1), es una actividad de coleccionista ideal para conocer el mundo de roca de Santa Linya si te gustan los lugares tranquilos y salvajes. Santa Linya es un desfiladero inundado y una escuela de escalada deportiva de referencia a nivel mundial (Adam Ondra hizo aquí su primer noveno de 2019, en 2015 se produjo en estas paredes la segunda ascensión femenina mundial de grado 9a/9a+ por Ashima Shiraishi, y posee dos 9bs famosos como son Neandhertal y Stoking The Fire), que atrapa por su belleza.

En mi caso, me sorprenderá la verticalidad de la ferrata y lo tomada que está por la vegetación. No es difícil pero sus grapas roñadas y su finísimo cable de vida ante el cortado de 50 metros que hay debajo de tus pies le da cierta emoción cuando la afrontas de bajada. Abajo, te reciben la vía del tren, algunas playas del embalse y un sendero desdibujado por la selva y equipado con pasamanos viejísimos que supuestamente lleva hasta la base de la bonita y cautivadora Aguja del Bisbe, y que mandaré a freír espárragos por lo complicado del avance, antes de regresar a la ferrata, escalarla, y volver al mundo sobre el desfiladero y disfrutar de los atardeceres prepirenaicos.


Montsec de Rubíes.


...


Destrepando entre vegatación y sorprendido por un extraplomo.



K2 con sustancia.

Muro donde se desarrolla esta pequeña pero coqueta ferrata.


Aguja del Bisbe.

Atardeceres prepirenaicos.


Carreteras catalanas.

 

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