Un atardecer en el Ori.

mayo 21, 2020

Un atardecer en el Ori.

Infiernos, Garmo Negro y Argualas detrás de Mouscate y Petrechema.

Una vez al año al menos subo al Pico de Ori para pedirle protección. Para mí, el primer dosmil del Pirineo, el primero que subí de niño, es como un amuleto con el que hablar en la intimidad, y su "txori", el pájaro de Ori, es para mí como un duende con el que hablar y dilucidar las cuestiones de la vida. Ayer, bien ceñidito al horario de la normativa para federados en fase 1 de la desescalada en la pandemia de Covid-19 (20-23h), subí desde Puerto de Larrau con fuerte viento del norte y con un poco de prisa para llegar a la cima y sacar algunas fotos. Amo el puto lugar donde vivo. Desde los nueve años he vivido o bien en el Pirineo Navarro, o bien en la Cuenca prepirenaica de Pamplona, siempre a tiro de las montañas del Pirineo Occidental y de Euskal Herria, ¡y qué lugares! Anboto, Aralar, Aitzkorri, Urbasa y Andia, Kintoa, Lapurdi, Irati, Zuberoa, Roncal y Salazar, Aezkoa, el prepirineo.... Somos unos putos afortunados.

Bañarse en ocres y dorados a dosmil metros sobre Irati, y viendo toda esa colección de cimas, llena de energía a cualquiera, el futuro parece cien mil veces mejor. Como bien dice el amigo Carlos Cansamontañas, subiré a la cima jugando en la misma frontera con Francia, trepando por el filo y asomándome muy cachondo a las postales de montaña del otro lado, y no descarto que algunos metrillos puede que me saltara el límite municipal, provincial, estatal y hasta el que hay entre universos paralelos (acaba de decir la NASA que sospecha que hay un universo paralelo). Eso sí, todos mis gérmenes, bacterias y virus cayeron en Navarra, porque el viento norte era fuerte.

De vuelta a la civilización, me asombrará la cantidad de guardia civil que veré "apatrullando la ciudad". Durante el día estos días no se les ve. Una patrulla subirá a Abodi mientras bajo en furgo, y pensaré en la pernocta de una California y lo que les puedan decir allí arriba los agentes.... En Navascues veré dos patrullas más y en Ilumberri otra. Cuenta la tradición oral que durante la noche matan virus rebeldes a cañonazos.