"Pegasoenea" de Gorka Beunza
PEGASOENEA de Gorka Beunza.
Ed. La Guarda (2025)
Ed. La Guarda (2025)
Las personas, las casas, los pueblos, y hasta los paisajes, dejan legados. En el fotolibro "Pegasoenea", Gorka transmite lugares, personas, ideas y bodegones. Si te gusta contemplar, si disfrutas descifrando las cosas que pasan y que quedan en el aire, para ser o no ser mostradas, este libro te cautivará. Para un nostálgico de la cuenca superior del río Irati como soy, me ha encantado, porque transmite mucho.
Las personas guardamos ideas de cómo son las cosas. Mi idea de una casa del Pirineo es más o menos esta. Vinimos a vivir a Orbara en 1992 a una casa igualmente fría y silenciosa, y es el ritmo lento de estos lugares lo que hace que se te impregne todo. El olor a humedad, el pasillo central, los recuerdos, la muerte, la fiesta o la creatividad se quedan incrustados. Me imagino qué momentos y qué pensamientos nacieron de la cabeza de Gorka en los dos años que frecuentó Casa Juriko de Orbaizeta, rebautizada Pegasoenea por las grietas que, dibujaron un Pegaso en la pared de la cocina.
En abril de 2021, tras un concierto en Orbara, fui invitado a Pegasoenea y pasamos una noche bonita. Había un puto Brad Pitt de cartón asomado a la ventana, y por la noche Miriam y yo nos quedamos hablando en el sofá de la cocina. Lo que se sale de lo cotidiano me gusta mucho, y estaba claro que Pegasoenea y la gente que pasaba por allí escapaba de lo cotidiano. Bueno, en realidad cuando hay algún Beunza en la habitación, siempre ocurren cosas que escapan a lo cotidiano. Allí había un mundo de creatividad y de fantasía que paría música, fotografía y arte.
Y cuento todo esto como observador reafirmado, porque ya en los cuarenta y pocos, me he dado cuenta que cuando no estoy en el ritmo frenético de quemar muchas calorías en la montaña, corriendo, trepando, rapelando o en bicicleta, o currando currar subido a aerogeneradores, me encanta mirar a las casas, a las personas y al monte, y sentir la energía y las cosas que quedan flotando. A veces, mientras disimulo bajo una coraza de inglés chulo de barrio. Miriam era como una niña adulta dulce; Ana se enfada si me salgo del discurso polarizado de casi todo y doy mi opinión de los perros que atacan porque no solo sufre el atacado, sino que también el dueño, la dueña y el propio perro; Juan es un tipazo; con María del Amor bailé una vez pero no se acordará; a Mathilde le he escuchado gritar que quería follar mientras Julio Iglesias sonaba por los altavoces de un bar de lo viejo; Ovidio fue el mejor conductor de autobús que conocí en toda mi puta vida; y sí, la fuerza escorpiana de Arrate o de cualquier escorpio es imparable. Los lugares hablan, y la casa de Pegaso así como la obra Pegasoenea, hablan claro y profundo.




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