La habitual culpabilización de las víctimas.

"Alberto" en Escarrilla.

Hace ocho veranos estuve retenido bajo amenaza de muerte por mi compañero de escalada en estado de locura, toda una noche en un apartamento del Pirineo Oscense. "Alberto" (nombre ficticio) había aparecido caminando por Aezkoa junto a un mastín leonés, diciendo que venía de un pueblo de Huesca donde vivía en un apartamento alquilado por sus padres. Enseguida muchos aezkoanos vimos que el joven necesitaba ayuda porque no tenía nada, ni siquiera dónde caerse muerto, y muchos le dimos y le dieron compañía, cama y hasta trabajo. No sabíamos exactamente porqué había abandonado su apartamento oscense, aunque achacaba su viaje a pie para conocer mundo y "buscar la esencia de la vida". El tipo tenía cierto parecido físico a Roberto Iniesta de Extremoduro, y se ganó la confianza de la gente con su manera de ser divertida y algo loca de juerga o trabajando. Alberto se ganó mi confianza hablándome de escalada y de viajes. Durante el verano, las veces que coincidíamos, me hablaba de la Pedriza, de aperturas que había hecho en el Ponoig de Valencia, del Piri.... Por momentos parecía una persona sensata e interesante, y en otros momentos parecía un poco loca. Un día me preguntó si le acercaría a su pueblo de Huesca, aunque él no era de allí, porque tenía que hacer unos recados en relación a su apartamento, y así con la excusa pasar un par de días trepando por la zona, y accedí. Lo que nos preocupó a mi pareja Ainara y a mí fue el cambio que sufrió Alberto en su personalidad en cuanto tuvo dinero en las manos por el trabajo que hacía en el valle. Comenzó a beber y a fumar porros y se volvió violento en sus gestos y en su forma de hablar. Yo ya me había comprometido con él y no supe decirle que no. Ainara, una tarde de lluvia, me dijo que no fuera con él aquellos dos días, pero accedí algo temeroso, autoconvenciéndome de que trepando no podía pasar nada malo, y que después cada uno seguiría su camino. 

Pasamos un día bonito haciendo la Ferrata del Sorrosal y haciendo deportiva en Escarrilla y Villanúa, sin embargo por la noche todo se fue al traste. Alberto parecía nervioso y me obligó a ir a Sabiñanigo para comprar vete a saber qué droga a unos conocidos. Era como si tuviera mono de algo. Y en el regreso al apartamento se volvió loco en cuanto vio que Ainara me llamaba al móvil. Alberto tenía una obsesión insana hacia las mujeres, sentía que los hombres estábamos continuamente vigilados por ellas, y se enfadó sobremanera insultando a mi pareja. En ese momento pedí respeto y me puse serio, mientras aparcaba debajo de su apartamento pirenaico. Reaccionó poniéndose violento y empezó a insultar a todo el mundo, entonces le dije que si iba a seguir así me marcharía, y entonces me quitó las llaves del coche y se subió al apartamento. Subí detrás para pedir explicaciones y mis llaves, llamé a la puerta y la abrió, dejó que entrara al inmueble y "pum" cerró la puerta tras de mi y me gritó que no me marcharía de allí hasta que él lo dijera, mientras empuñaba una sartén con los ojos en blanco y sin camiseta... Al principio le hice frente, pero era peor, así que me senté en un sillón e intenté esperar a que se calmara. Alberto se movía de un lado a otro del apartamento estilo americano blandiendo sillas y sartenes de manera intimidante. Recuerdo tener vigilada con la vista el surtido de cuchillos que había en la cocina por si hacia uso de ellos, siempre sin apartar la vista de Alberto, atento al más mínimo movimiento para defenderme. A mi izquierda vi una silla que podría servirme en caso de defensa, en frente una mesita baja de salón etc. El joven, entre amenazas de muerte, me contó su vida problemática con las drogas, sus orígenes en la legión (joder, dónde me había metido), me enseñó un álbum de fotos donde aparecía vestido de militar junto a otras fotos de chicas en bikini en la playa, ajenas a que les estaban sacando fotos... Despotricó todo lo que tenía dentro y más contra el pueblo, habló de  que la ex lo había denunciado por malos tratos a la guardia civil, y gritó en más de una ocasión que me habían pagado en Aezkoa para que lo abandonara en Huesca... También dijo que iba a producir una masacre. Comencé a comprender el porqué había salido del pueblo a pie hasta cruzar a Navarra. Estaba huyendo del pueblo. 

Pasaron las horas y Alberto iba desinflándose. Era obvio que había tenido y tenía problemas con las drogas y el alcohol. Me dio pena y me di pena. Quizá sus padres le pagaban el apartamento para que huyera de la ciudad. A las tres, cuatro, cinco de la mañana, me invitó a dormir a la cama de invitados, que era la mejor de todo el valle, y le contesté todas las veces que no podía dormir junto a alguien que me había intimidado y amenazado de muerte. A las seis, casi sin previo aviso, me dijo; "te entiendo, toma las llaves, duerme en la furgo y mañana me llevas de vuelta a Aezkoa". Así que las cogí, bajé a la calle y puse rumbo a Pamplona como si no hubiera un mañana.

Varias semanas después, de juerga en Orbaizeta, Ainara me contó que Alberto había regresado al valle. Y me acojoné. Pero Aezkoa estaba al tanto de lo que me había pasado y la gente le hizo de lado, y como no encontró trabajo se piró. Antes de ello, una tarde anaranjada de septiembre, tocó en la puerta de nuestra casa y al ver que no le abríamos ni contestábamos, pidió perdón a gritos por lo ocurrido en Huesca. Desapareció por el final de la calle vestido de mala manera y portando una bolsa de patxaranes que había recogido. Al parecer, los pocos euros que se sacó en su segunda estancia en el valle, fue vendiendo endrinas en la gasolinera de Aribe. Un día, un señor mayor de Hiriberri le acercó en coche a Roncesvalles, donde se puso a hacer el Camino de Santiago vendiendo pulseras artesanales que hacía. Fue lo último que supimos de él. 

Durante el verano entonces, y en los siguientes meses, conté el incidente para que la gente tuviera conocimiento y cuidado con este tipo. También lo conté para desahogarme, y en otras, cuando el recuerdo de lo ocurrido no duele tanto, para recordar un episodio de tu vida duro y diferente. Y curiosamente me encontré y me sigo encontrando personas que te contestan  repitiendo la misma frase como un mantra; "eso te pasa por irte con un desconocido". Es increíble, has sido retenido a la fuerza, has vivido una experiencia traumática, y sin embargo hay personas que te culpabilizan... Sorprendentemente me ha pasado con un policía foral joven (madre mía en manos de qué agentes de la autoridad estamos), con un político local de Bildu joven, y hasta con varias chicas votantes de izquierdas. Da que pensar. Además de que no es cierto: Alberto no era un desconocido. 

En las actuales fiestas de San Fermín se cumplen diez años de la muerte de Nagore Lafagge y dos del caso de La Manada. ¿Sería decente decirle a la familia de Nagore o a la víctima de La Manada "eso les pasó por irse con unos desconocidos"? Simplemente vomitivo. Lo más curioso de todo esto es que tanto el policía foral, como el político de Bildu o las votantes de izquierda han tenido vidas sexuales normales, es decir se han marchado al coche o a la cama con desconocid@s a lo largo de su vida sin ningún tipo de reproche, como es normal, entonces ¿porqué estas conductas culpabilizadoras? ¿Si hubieran tenido algún problema sería decente echarles la culpa a ell@s? Preocupante. E indecente.

La Manada.

El caso de La Manada es uno de los casos más controvertidos de los últimos años en nuestra sociedad. Algunos lo achacan a un intento del sistema por ocultar otras cosas, sin embargo hay varios ingredientes que hacen de este caso uno de los más mediáticos aunque los conspiranoicos no quieran reconocerlo; llama la atención la presencia de un militar y un agente de la autoridad entre los agresores, se culpabiliza a la víctima en el juicio y en determinados medios, se hace patente el mal funcionamiento de la justicia, y sorprende entre los expertos el cabreo y la duda del pueblo. ¿Porqué el pueblo no puede dudar de la justicia? ¿Acaso no se confunden los jueces como así lo atestiguan órganos superiores europeos? ¿No es cierto que la separación de poderes en España está a la altura de países africanos subdesarrollados como así lo dicen informes internacionales? ¿Porqué no criticar y/o dudar del sistema judicial? ¿Son perfectos?  Muchos casos judiciales a lo largo de la historia demuestran todo lo contrario. ¡Cuánto ego y cuánto listillo! Yo acuso al sistema judicial de lentitud, de los elevados costes que desprotegen y dejan vulnerable a quien no tiene dinero contra quien sí lo tiene, ¿pasa algo? ¿Entonce de qué se extrañan ante la queja de la calle ante el caso de La Manada? ¿Se puede o no se puede mostrar desacuerdo? 

Siendo estrictos el caso de La Manada es  también controvertido porque no hay pruebas inculpatorias claras y ésto está siendo utilizado por los defensores de ellos, únicamente existe el testimonio de ella contra el de ellos como principal prueba acusatoria. Lo que sí hay son indicios. Y muchos. Es más, en lances judiciales con menos indicios se ha declarado culpable al acusado. En este asunto tenemos a cinco personas que se autodenominan "La Manada" ( que busca sus víctimas) y que vierten en chats de watsapp comentarios y anhelos machistas y abusadores antes de dirigirse a Pamplona. Además, posteriormente un juez de Pamplona descubre dos vídeos en el teléfono móvil de uno de los acusados de un posible caso de abuso practicado por ellos en Pozoblanco, donde se aprecia su modus operandi; se aprovechan de chicas en estado de embriaguez para abusar de ellas. En el caso de San Fermín, los que culpan a la víctima de haber protagonizado un affaire consentido, se agarran a las contradicciones de la misma, una joven en estado de embriaguez y en estado de shock que pudo tener alguna contradicción como es normal, sin embargo no dicen nada de las contradicciones de La Manada, que son también varias. A muchos nos parece extraño que se traten de relaciones sexuales consentidas y el guardia civil le robe el móvil, lo cual refleja además una conducta despreciativa, o que ella le practique un beso negro a "El Prenda" y a los 40 segundos ellos salgan corriendo del portal a la calle. Además en una de las instantáneas de los vídeos que grabaron los miembros de La Manada y que se ha hecho pública, se puede observar a varios de ellos en estado jocoso como riéndose de la víctima, por no hablar de que el informe pericial de estos vídeos concluye que los acusados controlaron los movimientos de la chica sujetándola por el pelo, cuello y caderas. Ellos vieron a un víctima sola en un banco, supieron cómo engañarla y/o embelesarla, con estratagemas la arrastraron hasta el número cinco de la calle Paulino Caballero, la bloquearon mentalmente, la agredieron sexualmente (una penetración no deseada, o cinco como en este caso, es una agresión en muchos otros países, y para mí también lo es, puede venir cualquier experto a debatírmelo) se rieron de ella, le robaron el móvil, le obligaron a chupar un culo justo antes de salir del portal corriendo y riéndose, sin ninguna consideración y con menosprecio hacia ella (menosprecio que no tuvieron al captarla en los momentos previos al portal). La usaron y la tiraron. Y todo en quince minutos. 

De la misma manera que los jueces creen a determinadas víctimas en su declaración aunque no haya pruebas, simplemente por indicios (lo hemos visto en el caso de Altsasu), buena parte de la sociedad dice creer a la víctima de La Manada porque hay muchos indicios. ¿Pasa algo? Se ha hablado de lo políticamente correcto, de que en el caso de La Manada el discurso de defensa hacia la mujer es lo políticamente correcto, cuando no es así ni de asomo. ¡Qué manera de tergiversar! El discurso feminista, el de defensa de la mujer, choca con lo políticamente correcto. Así, y solo como ejemplo, el discurso judicial generalizado de nuestra sociedad es machista: Agresiones y abusos sexuales son difíciles de demostrar con pruebas salvo testigos y/o lesiones, por ello el 80 por ciento de los casos son archivados aunque haya indicios mayúsculos en muchos de los casos... y no son casos falsos como dicen l@s machistas. Según la Fiscalía General del Estado sólo el 0,01% de las denuncias de violencia machista son falsas. Índice menor al de otro tipo de denuncias, en las cuales curiosamente no se pone el grito en el cielo... 










Comentarios

  1. QUÉ FUERRRRRRRRRTE lo de Alberto Iñurrategi.

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  2. Estupendo artículo. La gente es muy "madre" regañando a diestro y siniestro.

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