No todo es Skimo.

Lurien 2008.

El esquí de montaña es un deporte maravilloso, y un servidor, que se reventó la rodilla esquiando con 23 años, y que reconoce y pasa envidia sana de ver a la peña bajarse los montes surfeando, dice porque tiene boca y muchas veces no se equivoca, que hay vida más allá de las tablas, y todos cabemos en el monte. Como explicó de maravilla el gran periodista de montaña, y guía de alta montaña, Óscar Gogorza en 2021, "la disciplina crece a tal velocidad en España que incluso viene mudando su denominación", de esquí de montaña a esquí de travesía, de travesía a esquí-alpinismo, y de esquí-alpinismo a Skimo. Y el Skimo está de moda. Según Dynastar Langue, una de las marcas más conocidas y reconocidas del mundo del esquí, sus ventas en esquí de montaña crecen un 10-15% al año los últimos ocho, mientras que las ventas de esquí alpino se mantienen o bajan... Los especialistas debaten y dan explicación al fenómeno achacándolo a Covid (mucha población conoció los deportes al aire libre en la pandemia), a efectivas campañas de marketing en redes sociales visuales, o incluso al cierre de algunas estaciones de esquí... Y ojo, tal es el boom del deporte, que ver a gente afrontar una montaña invernal sin esquís es cada vez más raro. 

Ayer mismo, sin ir más lejos, en el Circo de Gamueta las únicas huellas que vimos de montañeros a pie fueron las nuestras y las de otra pareja, mientras docenas de personas se deslizaban sobre tablas en las vertientes sur del circo. Y oye, me parece de puta madre. Pero ojo, cuánta más gente se suma a una corriente, más fácil es encontrar gilipollas en ella, como en todo. Ha pasado con el Trail o correr por el monte, ha pasado con la escalada y pasa con el cicloturismo por ejemplo. En esta sociedad cada vez menos variopinta en la que el arte o la presión de pertenecer a la manada y/o recibir la aprobación del resto es mantra diario, subir a pie a la montaña invernal es vista por algunos particulares practicantes de Skimo como una pérdida de tiempo, un acto ilógico que no es interesante, o simplemente un deporte que no es cool para enseñar en Instagram o en Tinder. Algunos hasta lo verbalizan en tus narices rollo chulo de discoteca, "no vais a llegar a ninguna parte", "qué mala idea subir a pie con la nieve que hay", "¿qué mal, no?".  

A ver, no es nuevo. Llevo décadas escuchando a montañeros decir que el pirineismo invernal es inviable si no llevas calzados unos esquís, mientras te puedes atiborrar y me he atiborrado a dosmiles y tresmiles invernales (unas 180 cimas diferentes), si tienes un poquito de luces eligiendo los montes y las vertientes a ascender. Cuestión de gustos, de necesidades, de recursos, de capacidad económica o de simplemente tener sitio para guardar todos tus juguetes en casa si le pegas a la bici, al barranquismo, a la escalada, al monte, a la espeleo y hasta al cruising. 

En abril de 2013 escribía en este blog:  "Hace años hacíamos salidas al Pirineo con el Grupo de Montaña Gaztaroa, y en aquellas salidas un montón de gente se relevaba abriendo huella. De aquel tiempo me llevo buenos recuerdos y ascensiones largas y cargadas de nieve, como al Marmoleras, al Marcadau, a Punta Nevera, al Soum Couy... A veces quienes llevaban raquetas se las quitaban para avanzar más cómodamente por la huella abierta por los más fuertes. Otra anécdota; con el grupo de Montaña de Huarte también hicimos ascensiones invernales, y en una de ellas al Lurien, de los dos esquiadores y tres que íbamos a pie, uno de los esquiadores no pudo subir a cumbre por cansancio, mientras que quienes íbamos a pie salvamos los 1600 metros de desnivel (1200 de nieve) casi sin inmutarnos." Y atención, en la última década también he conocido esquiadores que no alcanzaban la cumbre mientras que los que íbamos a pie, sí... Ponerte unos esquís en los pies o a la chepa no es señal de que te vayan a subir como montado en una moto.

Todos cabemos en el monte. 

Donde ya no caben tanto por lo visto es en las estaciones de esquí, por lo que cuentan trabajadores, monitores y entendidos en el tema. Cada vez hay más practicantes de esquí de montaña que hacen uso de las pistas, que entre otras cosas provocan situaciones de peligro mientras foquean en ellas. En algunos sitios de Alpes y en Andorra empiezan a cobrar la práctica de este deporte en las pistas de las estaciones o balizan ascensiones alternativas, y algún amigo monitor me cuenta directamente: "deberías hacer un post de los que lo practican en estación de esquí...en situaciones lo puedo entender, pero estando la montaña con nieve hasta cotas bajas...el día que yo hago skimo lo hago para no ver hierros de estaciónes de esquí...te lo dice un alpinero". Para algunos esquiadores de montaña esto es esquí de pistaña. En mi modesta opinión, con orden y sentido común todos los esquiadores caben en una estación, pero vaya, no soy usuario de estaciones y hasta he tenido amigos que desvalijaban directamente las instalaciones de las estaciones de esquí al grito de "¡muerte al palillero!". Porca Miseria. 

Comentarios

  1. Interesante reflexión. Inaki

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  2. Apreciado Christian:
    Como bien dices, o se extrae de tus articulillos, todo está bien siempre que uno, o una, se respete a sí mismo, al resto del personal, y al medio en el que estamos, en nuestro caso, la montaña. El problema es que cada vez más, el monte está lleno de gente que no es montañera, que no han empezando andando y mamando la esencia de la Naturaleza. Gente que está esclava del cronómetro, del grado que consigue escalando, o de la velocidad que alcanza en su flamante bicicleta de montaña. Todas esas actividades son muy bonitas, la verdad, pero la cosa es que ahora la juventud empieza directamente a practicarlas sin entender dónde están, sin saber que la Natura no es un gimnasio, por mucho que para esa gente analfabeta lo sea. También hay imbéciles a pie, que conste. De hecho, recordar aquel dicho que dice: " el hábito no hace al monje", es cada vez más necesario en estos tiempos tan estúpidos.
    Aprovecho para agradecer tu labor mendigoizale.
    Un saludo

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