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El rápel más estético de Euntzelaia. |
Los años que anduve en bicicleta de carretera, siempre que pasaba por
Guembe tras subir
Etxauri o Goñi, miraba de reojo los barrancos que hay por encima de este pueblo de Tierra Estella.
Burón es un barranco de atractivos roquedos y el vecino
Euntzelaia se muestra selvático y cerrado desde la carretera. En esta ocasión
Asier y yo le metemos mano al segundo porque el primero está restringido (prohibido entre el 15 de enero y el 31 de julio). Desde la pista forestal que asciende de Guembe hacia Munarriz, bajamos a pie por un bonito sendero entre carrascas hasta el mundo lleno de musgo y resbaladizo de
Euntzelaia Inferior. Más arriba, el tramo superior es más discontinuo. El inferior comienza con resaltes y marmitas de
agua corrompida. Hay un resalte equipado con cuerda y hay varios rápeles pequeños.
Tras un muro vestido de hiedras llegamos al txoko estrella del barranco, un rápel de 12 metros a través de una grieta formada por un bonito arco de roca. El sitio es fotogénico pero se echa en falta el agua corriente. A partir de aquí alucino con la gran cantidad de pezizas escarlatas, seta de invierno comestible de color rojo chillón, que salen a nuestro paso. En el último rápel Asier levanta una rapaz de gran tamaño. Se dice, se comenta, que este barranco se va a regular como el vecino Burón. En resumen, un barranco poco deportivo pero de estampas selváticas preciosas. Un día nos moriremos, pero el resto de los días no.
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