Minas de Txangoa.

agosto 23, 2015

Minas de Txangoa.

Minerales interesantes en la Regata de Berola.

A veces en la vida las cosas no salen como uno quiere. En el monte hay rincones del pasado ocultos a nuestros ojos, o aunque no lo estén, son difíciles de interpretar sin ayuda de alguien que los conozca. Por eso poseo predilección y admiración por los investigadores y las personas divulgadoras; ellos nos hacen abrir los ojos. El Valle de Txangoa es uno de esos lugares especiales; en él quedan bocaminas y edificios de un pasado minero muy interesante, y salvo que vayas acompañado de un guía, te perderás un montón de cosas. De hecho, en mi paseo junto a Gudi por el valle bucólico, verde y rebosante de agua de Txangoa, pasaré de largo, y muy cerca, de algunas de sus bocaminas estrella, como la mina de los Alemanes o la mina del Corzo. "Para la próxima", pienso.

Al principio del valle, junto a la pista principal y el merendero, se aprecia un murete que quizá sea de la antigua ferrería de cobre de Olazar, cuyos documentos más antiguos son del s. XVIII. Uno de sus propietarios más ilustres fue Bernard Caupenne, Vizconde de Echauz, y natural de Baigorri, que gestionaba esta ferrería dos kilómetros al norte de la ferrería de Larraun, anterior fundición a la Fábrica de Armas de Orbaizeta. En estas instalaciones el hombre fundía el mineral cobrizo procedente de la Mina de los Alemanes, en la regata del mismo nombre que cae desde el Collado de Murukoa. Esta mina se llama así porque muchos de los operarios eran de aquella nacionalidad. En cuanto el estado se hizo con la explotación del Monte Aezkoa para el abastecimiento minero y maderero de la Fábrica de Armas de Orbaizeta, Olazar cerró. Sesenta años después las ruinas y piedras de esta ferrería sirvieron para construir la nueva Fundición de Txangoa, junto a las minas del mismo nombre.

Así entonces, dos kilómetros y medio valle arriba aparecen a ambas orillas del mismo signos de un pasado minero. Junto a la pista se aprecia la entrada de la Galería Aheskoa, y al otro lado de la regata principal se pueden apreciar varias escombreras, dos pozos, una galería colapsada y la entrada a dos galerías, además de una edificación antigua y otra más moderna. Son las minas de Txangoa y sus galerías tienen nombres de santas como Sta. Ana, Sta. Elena o Sta. Bárbara. Su explotación se remonta al periodo entre 1846 y 1890. De forma paralera, en los primeros años de la explotación de estas minas se pone en funcionamiento la Fundición de Txangoa, la cual funciona hasta 1853. En la fusión de menas de este complejo minero se obtenía un 14% de cobre y un 1,56% de plata. Después, el mineral obtenido aquí era llevado a Gales... Más cerca a nuestras fechas, en 1971 el empresario pamplonica Aurelio Subiza hace prospecciones en el sitio con idea de volver a poner en funcionamiento el yacimiento minero, pero los resultados son de muy mala calidad.

Algunos cientos de metros de pista más adelante se llega al portillo de entrada al Monte Txangoa; una rueda de molino grabada así lo indica. 460 Has de este valle pertenecen al Valle de Erro, formando un exclave comunal de su territorio muy hermoso. Encima de mi cabeza domina el lugar el Collado de Bentartea, del que caen un par de regatas, al otro lado del mismo, cara a Luzaide, se encuentran las Minas de Arbanta, de las cuales se alimentaba la Fábrica de Armas de Orbaizeta. A continuación intento encontrar la Mina de los Alemanes y subo por el arroyo equivocado hasta casi 1300 metros de altitud. Al menos encuentro en esta regata llamada de Berola varias escombreras y formaciones geológicas de óxido de hierro y de cobre que me hacen pasar el rato. Luego paseo por las inmediaciones del Collado de Murukoa y de descenso tomo la regata correcta, la de los Alemanes, pero no encuentro la bocamina... Ya tengo excusa para regresar e indagar en la entrada al valle; las minas del Corzo y de los Alemanes me esperan. Txangoa, siempre espectacular.