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Actividad pre-pirenaica. |
Peña Rueba es una montaña preciosa de la orilla derecha del
río Gállego al otro lado de los
Mallos de Riglos, que atesora paredones y espolones donde se desarrollan varias vías de varios largos. Desde hace 5 años existen además dos caminos equipados como vías ferratas para alcanzar su cima, o hacer una trave guapísima del macizo. Lógicamente estas vías se utilizan mayoritariamente en descenso (sobre todo la Ferrata de la Mora), por escaladores que han trepado alguna de sus tapias.
Jox y yo nos acercamos en un día súper-frío del invierno de 2010 a realizar la trave de Peña Rueba ascendiendo primero por la Ferrata de Varela Portillo y descendiendo por la de la Mora. Mientras en Pamplona nevaba, no es broma, nosotros aparcamos en la pista que asciende a las faldas de la montaña desde Murillo, y pusimos rumbo hacia la base de Cueva Calva, un techo de roca alucinante en la cara sur, punto de referencia para comenzar la travesía de la base de las paredes y acercarnos al canchal de inicio de la Ferrata. En esta travesía pudimos ver a un quebrantahuesos partir de su nido, en un agujero en un paredón. Conviene recordar que la actividad escaladora en Peña Rueba está sujeta a restricciones medio-ambientales por nidificación de aves como ésta que acabo de comentar.
La Ferrata de Varela Portillo arranca a través de un espolón muy bonito con escasez de peldaños, y continúa por una cresta facilona (quizá sobre cable de vida en algún tramo), hasta la
caja y el libro-registro de la cima. En el descenso hicimos uso de la instalación de la Ferrata de la Mora, una vía tumbada con un desvío también equipado a una punta maravillosa con vistas de escándalo sobre el Reino de los Mallos. La actividad nos llevó 4 horas realizarla, y fueron unas horas maravillosamente empleadas.
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Espolón donde transcurre la parte de la Ferrata más vertical. |
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Ausencia de grapas. |
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Cima, y preparados para el descenso por la Ferrata de la Mora. |
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